>>Perdida en la oscuridad, camina buscando una señal, ¿pueden oír sus gritos? Hay algo seguro, siempre estará atrapada... Aún así, intenta encontrar una salida. Nunca te dejará salir, pequeña soñadora.<<
Sonó el timbré dos veces seguidas, como de costumbre, Lucy abrió los ojos como si de la peor de sus pesadillas se tratase. Miró el despertador que había apagado cuarenta minutos atrás pensando que el sonido de algún objeto alejado de la realidad. Las siete y cuarto.
- ¡Maldita sea! - era de esperar que diría algo así, lo hacía todos los lunes, martes, miércoles y jueves. Los viernes se dejaba llevar por el calor corporal que las sábanas habían guardado toda la noche y se quedaba una hora más en la cama, total, el profesor ni la miraría.
Alice volvió a llamar dos minutos más tarde, pero debió de dar por supuesto lo que estaba pasando detrás de la puerta, porque no insistió más.
Lucy abrió el armario y cogió la sudadera amarilla y los pantalones negros de chándal del instituto, en ambos ponía bien grande con letras horrorosas AL. SURESTE, alumno del Sureste, una abreviatura que, si llevabas en ese pueblo, te podían tirar piedras por la calle si lo creían conveniente. Tiro el uniforme al baño y se fue quitando el pijama por el camino, mientras maldecía a J.J. Nuck, el escritor que llevaba ayudando al fomentar el desarrollo de sus ojeras durante años. Se miró al espejo, algo de lo que se arrepintió a los cinco segundos de haberlo hecho. Era lo más cercano a un zombie que los alumnos del sureste podrían ver. Se recogió el pelo en un moño hecho a toda prisa con algún que otro pelo suelto, que le hacía ser única... por pura casualidad. Qué más le hubiera gustado a ella ser una persona responsable con todas las letras... Pero ella era Lucía la que años atrás había dejado de lucir.
miércoles, 30 de marzo de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
Devuelve la piruleta
¿Por qué te alejaste? ¿Era necesaria tanta mentira? ¿Era necesario ocultar lo que realmente querías? ¿Tanto daño te hice? ¿Tan malos ratos pasamos? ¿No recuerdas aquel último abril...? ¿Qué hay de todas las llamadas? ¿Dónde quedaron los viernes? ¿y los sábados? ¿Dónde quedó aquel Halloween...? ¿Y diciembre?
Responde a todas esas preguntas y te darás cuenta de lo que realmente está pasando.
martes, 22 de marzo de 2011
Mes y medio de otoño, un primaveral invierno, comienzos de primavera y un largo verano por delante
...podría escribir algo cercano a lo más bonito del mundo.
Cosas que hacer antes de morir
- 1. acabar la eso
- 2. acabar bachillerato
- 3. sacar buena nota en selectividad
- 4. hacer una carrera que me guste
- 5. conseguir un buen trabajo
- 6. sacarme el carnet de conducir
- 7. comprarme una casa con mi dinero
- 8. comprarme un coche con mi dinero
- 9. viajar a japon
- 10. teñirme el pelo de rojo
- 11. rubio
- 12. morado
- 13. rosa
- 14. naranja
- 15. dejarme el pelo largo
- 16. cortarme el pelo con flequillo de lado y corto
- 17. irme de vacaciones con alicia, rubén, sara, silvia, cris, alba, laura
- 18. gritar en un lugar público "YO NO LA MATE!"
- 19. subir un 3.000
- 20. hacer esquí acuático
- 21. tocar en un grupo garaje
- 22. bailar en la barra de un bar con alicia
- 23. dar la fiesta del siglo
- 24. brillar más que nadie en una fiesta
- 26. escribir un libro
- 27. colaborar con alguna ONG
- 28. comer en un restaurante caro
- 30. hacer un simpa
- 31. dormir en un hotel de 5 estrellas
- 32. perderme en un bosque
- 33. ir con marcos a londres dentro de 3 años
- 34. casarme con marcos
- 35. casarme en las vegas
- 36. ir con cris a hollywood
- 37. ir con cris a NY
- 38. arruinar un bufé libre
- 39. participar en un sketch
- 40. escribir en un periódico
- 41. poder decir "gracias a mis lectores"
- 42. firmar un libro a algún desconocido
- 43. ir a un campamento en londres
- 44. vivir una temporada en londres
- 45. tener un hijo que se llame gabriel de cayetano
- 46. ir a un partido del atleti-madrid con marcos
- 47. hacerme una foto con hayley williams
- 48. ir a un concierto de paramore
- 49. green day
- 50. three days grace
- 51. alesana
- 52. casarme con converse blancas
- 53. alegrarme de cumplir 39 años
- 54. pasarme toda una semana de fiesta porque se terminen los exámenes
- 55. bailar hasta que mis piernas sean gelatina
- 56. ponerme unos tacones de 12 cm
- 57. doblar un personaje de alguna serie
- 58. ver la lluvia de estrellas de agosto con marcos
- 59. aprobar mates en junio
- 60. aprobar física en junio
- 61. decir "te lo dije" cuando se lo dije hace lo suyo de tiempo
- 62. ir a la sierra en verano
- 63. escalar
domingo, 20 de marzo de 2011
Breve reflexión sobre la falsa felicidad
No entiendo por qué cuando alguien tiene problemas y se siente vacío por dentro le dicen que sonría. Todos ellos se equivocan, al igual que quien dice que dos más dos no es uno. En mi poca experiencia puedo deciros que me han dicho eso unas ciento sesenta y tres veces. Y eso no es cierto. Si alguien tiene problemas, la sonrisa no será una sonrisa, simplemente estará enseñando los dientes. Una sonrisa no es eso, es... una de las cosas más bellas del mundo. Si alguien sonríe con motivos, esa persona es feliz, me dirás que no... Piensa cuando estás con un amigo que está sentado al borde del precipicio de la tristeza y consigues sacarle una sonrisa de las que no son fingidas, aunque sea unos segundos, tu ves que es feliz por un instante, porque sabe que estás a su lado. No obligues a alguien a sonreír, consigue que sonría.
No le digas a alguien que no llore si lo que más necesita es llorar, transforma esas lagrimas de impotencia, odio o tristeza en lagrimas de esas que reflejan la mayor de las sonrisas del mundo.
Nunca olvides todo esto: todo sentimiento tiene su reverso.
Sentirse desgraciado es prueba de que se puede estar contento.
Es una buena noticia.
Cuando te encuentras solo te das cuenta de lo bien que estarías acompañado.
Es una buena noticia.
Tiene que dolerte algo para que valores la felicidad de que no te duela nada.
Es una buena noticia.
Por eso nunca hay que temer a la tristeza, ni a la soledad, ni al dolor.
Pues son la prueba de que existe la alegría, el amor y la calma.
Son buenas noticias.
Francese Miralles
No le digas a alguien que no llore si lo que más necesita es llorar, transforma esas lagrimas de impotencia, odio o tristeza en lagrimas de esas que reflejan la mayor de las sonrisas del mundo.
Nunca olvides todo esto: todo sentimiento tiene su reverso.
Sentirse desgraciado es prueba de que se puede estar contento.
Es una buena noticia.
Cuando te encuentras solo te das cuenta de lo bien que estarías acompañado.
Es una buena noticia.
Tiene que dolerte algo para que valores la felicidad de que no te duela nada.
Es una buena noticia.
Por eso nunca hay que temer a la tristeza, ni a la soledad, ni al dolor.
Pues son la prueba de que existe la alegría, el amor y la calma.
Son buenas noticias.
Francese Miralles
sábado, 19 de marzo de 2011
Just tonight
...no consigo cerrar los ojos pensando en aquel suicidio lleno de sensaciones sin fin.
Todo lo que necesito es un salvador, porque estoy cayendo muy bajo. Más bajo de lo que pensé que se podía caer... Solo por esta noche dejaré esto pasar.
Todo lo que necesito es un salvador, porque estoy cayendo muy bajo. Más bajo de lo que pensé que se podía caer... Solo por esta noche dejaré esto pasar.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Nueva perspectiva; Zelda
...la felicidad se refleja en lagrimas.
Pequeñas criaturas vestidas de verde con un gorrito rojo que vivían en las profundidades de los bosques, bajo el espesor de la hierba verde que todas las mañanas tenía gotitas de rocío que utilizaban para lavarse o beber. Los únicos seres capaces de percibir el saber que tiene el agua o imaginar qué habrá más allá del universo, los minish, existían y no le daban importancia a ello. Sabían trabajar mientras se divertían y cualquier alma impura que supiese de su existencia les habría envidiado hasta el punto de desear destruir su felicidad por no poder conseguirla. Ellos vivían felices en las profundidades del Koriri Forest, al sur de Hyrule. Los Koriri que poseían almas puras eran los únicos capaces de percibir su presencia espectral...
miércoles, 9 de marzo de 2011
At the moment or Now
...me di cuenta de que te había estado amando desde el primer momento en que se cruzaron nuestras miradas.
No sé cómo nombrar lo que es. Es... lo más desagradable que uno se pueda imaginar... Peor que el calentamiento global. Y "eso" me ha superado. Ha conseguido adelantarme en una carrera en la que "eso" no podía participar...
...dime por qué me duele tu adiós, dime por qué el tiempo no se detuvo...
No sé cómo nombrar lo que es. Es... lo más desagradable que uno se pueda imaginar... Peor que el calentamiento global. Y "eso" me ha superado. Ha conseguido adelantarme en una carrera en la que "eso" no podía participar...
...dime por qué me duele tu adiós, dime por qué el tiempo no se detuvo...
Uno de noviembre del dos mil diez
...erase una vez... un beso.
- y así termina, todo el amor que en ella había fue borrado.
- y así termina, todo el amor que en ella había fue borrado.
martes, 8 de marzo de 2011
Las matemáticas no son lo mío
...se mira en el espejo y no reconoce la soledad, que reflejada a su lado está.
Habrían pasado los años y yo no me hubiere dado cuenta de no ser por aquel espejo que mi madre habría colgado enfrente de mi cama, para nada acorde con el feng sui y todos esos estúpidos rituales que nos hacía seguir día sí y noche también. Sino fuese por ello, podría seguir pensando que la edad no me afectase. No tendría consciencia de lo que en ese nuevo... horrible y apestoso lugar pasara.
Cogí el móvil y llamé al único número que en mi agenda grabado estaba, él, la única razón por la que me agarraría a la primera rama que en ese precipicio de sentimientos estrellados sobresaliera, por mínima que fuese la posibilidad de que todo volviese a ser como hacía unas trece semanas. Ojalá nadie hubiese creado todas esas infidelidades que en frascos de sufrimiento a lo largo del tiempo permanecían guardadas, sin posibilidad de que fuesen de todas las miles de mentes borradas. ¿Acaso era yo culpable de que un asesino matara? No. Pues lo mismo con esto. Tenía que tragarme yo todo el humo que el coche había dejado tras su marcha.
No me parecía nada justo.
Comunicaba. Volví a marcar, así tres veces. Mientras en la esquina de la calle principal parada esperaba, dios sabrá a qué, pero esperaba.
Y, por fin, contestó:
- ¿Hola? - la duda su voz guardaba.
- Tengo que contarte algo, - sabía que pensando algo horrible él estaba - no es lo que te piensas.
Y tras contarle todo lo que a mí el sueño por las noches me quitaba, comprendió.
No quería creer, ni él y mucho menos yo, que esa pudiese ser una de las últimas veces que por la calle principal andando estuviera Mi, la persona que con las imperfecciones de esa calle encajaba. Como dos piezas de un rompecabezas. Las farolas apenas alumbraban y encendidas de día y de noche apagadas estaban. No podía creer que mi llave no volviese a abrir, la que había sido durante trece largos años mi casa.
Habrían pasado los años y yo no me hubiere dado cuenta de no ser por aquel espejo que mi madre habría colgado enfrente de mi cama, para nada acorde con el feng sui y todos esos estúpidos rituales que nos hacía seguir día sí y noche también. Sino fuese por ello, podría seguir pensando que la edad no me afectase. No tendría consciencia de lo que en ese nuevo... horrible y apestoso lugar pasara.
Cogí el móvil y llamé al único número que en mi agenda grabado estaba, él, la única razón por la que me agarraría a la primera rama que en ese precipicio de sentimientos estrellados sobresaliera, por mínima que fuese la posibilidad de que todo volviese a ser como hacía unas trece semanas. Ojalá nadie hubiese creado todas esas infidelidades que en frascos de sufrimiento a lo largo del tiempo permanecían guardadas, sin posibilidad de que fuesen de todas las miles de mentes borradas. ¿Acaso era yo culpable de que un asesino matara? No. Pues lo mismo con esto. Tenía que tragarme yo todo el humo que el coche había dejado tras su marcha.
No me parecía nada justo.
Comunicaba. Volví a marcar, así tres veces. Mientras en la esquina de la calle principal parada esperaba, dios sabrá a qué, pero esperaba.
Y, por fin, contestó:
- ¿Hola? - la duda su voz guardaba.
- Tengo que contarte algo, - sabía que pensando algo horrible él estaba - no es lo que te piensas.
Y tras contarle todo lo que a mí el sueño por las noches me quitaba, comprendió.
No quería creer, ni él y mucho menos yo, que esa pudiese ser una de las últimas veces que por la calle principal andando estuviera Mi, la persona que con las imperfecciones de esa calle encajaba. Como dos piezas de un rompecabezas. Las farolas apenas alumbraban y encendidas de día y de noche apagadas estaban. No podía creer que mi llave no volviese a abrir, la que había sido durante trece largos años mi casa.
Elisabeth
no entiende ni lo que está pensando en ese preciso instante.
- Serás imbécil, ¡si ya lo tenías todo claro!
- Es ella, que hace que mis ideas cambien y den un giro de trescientos sesenta y un grados.
- ¿Cómo puede hacer eso una maldita persona de metro cincuenta?
- A mí no me preguntes, es mirar lo que ella hace y mis ideas cambian y pasan a darle la razón.
Verde, también.
- No me dejes dormir sola, me da miedo despertar y darme cuenta de que nunca estuviste a mi lado...
Un, dos, tres, cuatro, giro, un, dos, tres, cuatro, cambio. Bianca bailaba y se confundía entre el gentío de sonrisas que hacían de aquel un ambiente agradable no, lo más próximo a lo siguiente. El color rojo predominaba en las telas de seda que ellas llevaban meses esperando ponerse para parecer y solo parecer que brillaban con luz propia. El cabello dorado de Ariadne, que siempre andaba suelto, había tomado forma de moño ochentero. Los trajes blancos cubrían a los caballeros de la derecha, estaba a punto de comenzar el décimo vals de la noche. Bianca seguía sonriendo mientras bailaba con el chico nuevo de intercambio, francés, saltándose los tiempos que marcaba la música muerta que tocaba la orquesta en medio del salón. Se respiraba felicidad.
Mentiras y traiciones.
A nadie se le habría ocurrido mirar hacía arriba. El techo, pintado siglos atrás sujetaba una lámpara de velas a punto de fundirse. Estaba a más de diez metros del suelo, era imposible encender las velas de la preciosa lámpara que nunca lucía. Pero esa noche, alguien se había tomado demasiadas molestias.
Bianca fue la única que percibió su presencia. Alguien se había colado en el salón sin permiso.
Y ese alguien era yo. No lo había hecho conscientemente, pero me habían conducido allí y ahí estaba, con mi vestido verde, a juego de las almas puras que bailaban despreocupadas. Un telón cayó sobre mis ojos, y todo pasó a ser del color de mi vestido, verde, también.
Un, dos, tres, cuatro, giro, un, dos, tres, cuatro, cambio. Bianca bailaba y se confundía entre el gentío de sonrisas que hacían de aquel un ambiente agradable no, lo más próximo a lo siguiente. El color rojo predominaba en las telas de seda que ellas llevaban meses esperando ponerse para parecer y solo parecer que brillaban con luz propia. El cabello dorado de Ariadne, que siempre andaba suelto, había tomado forma de moño ochentero. Los trajes blancos cubrían a los caballeros de la derecha, estaba a punto de comenzar el décimo vals de la noche. Bianca seguía sonriendo mientras bailaba con el chico nuevo de intercambio, francés, saltándose los tiempos que marcaba la música muerta que tocaba la orquesta en medio del salón. Se respiraba felicidad.
Mentiras y traiciones.
A nadie se le habría ocurrido mirar hacía arriba. El techo, pintado siglos atrás sujetaba una lámpara de velas a punto de fundirse. Estaba a más de diez metros del suelo, era imposible encender las velas de la preciosa lámpara que nunca lucía. Pero esa noche, alguien se había tomado demasiadas molestias.
Bianca fue la única que percibió su presencia. Alguien se había colado en el salón sin permiso.
Y ese alguien era yo. No lo había hecho conscientemente, pero me habían conducido allí y ahí estaba, con mi vestido verde, a juego de las almas puras que bailaban despreocupadas. Un telón cayó sobre mis ojos, y todo pasó a ser del color de mi vestido, verde, también.
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