miércoles, 16 de marzo de 2011

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3:02 AM

7/02/11
7 de febrero del 2011 (3:02 AM)
Y mientras yo les contaba el mayor de mis problemas, sonrisas infantiles y esas risas que más repudio inundaban el ambiente que me rodeaba. ¿Dónde estaba la madurez que debían tener y creían mostrar al mundo con sus vestimentas? Tenían la misma edad que yo, no entendía qué maldita diferencia había. Quizá era porque ellos nunca habían sufrido por amor, porque no eran tan siquiera merecedores de tal desdicha. Y si no eran merecedores de aquello… Dudo mucho que lo fuesen de tenerme a mí entre ellos. ¿No estaría elevando mi amor propio al séptimo cielo? Soy capaz de decir que no era ni sería así. Ellos no eran y, tal vez, ni serían, más que unos simples críos de tercero de secundaria. Pero… ¿era yo lo mismo? Otra vez al principio. Es como dar vueltas en círculo. Entre todo el laberinto de pretéritos y presentes, una de cada cien veces conseguía encontrarme un significado en ese lugar, que desde luego, no era el que debía ocupar.
Como solía decirme todo aquel que fuese merecedor de aquel apodo de carácter burlesco pero no por ello menos respetable, La Voz de la Experiencia diría en tal caso, la frase que me hizo pensar que estaba demasiado alejada de este mundo en el que me había tocado vivir: “Preocupaciones de una adolescente”. 


2.0

7 de febrero del 2011 (3:02 AM)
Y mientras yo les contaba el mayor de mis problemas, sonrisas infantiles y esas risas que más repudio inundaban el ambiente que me rodeaba. ¿Dónde estaba la madurez que debían tener y creían mostrar al mundo con sus vestimentas? Tenían la misma edad que yo, no entendía qué maldita diferencia había. Quizá era porque ellos nunca habían sufrido, lo que a mí me había llevado a pensar como estoy pensando en difíciles momentos para la evolución de las mentes que me rodeaban, porque no eran tan siquiera merecedores de tal desdicha. Y si no eran merecedores de aquello… Dudo mucho que lo fuesen de tenerme a mí entre ellos. ¿No estaría elevando mi amor propio al séptimo cielo? Soy capaz de decir que no era ni sería así. Ellos no eran y, tal vez, ni serían, más que unos simples críos de tercero de secundaria. Pero… ¿era yo lo mismo? Otra vez al principio. Es como dar vueltas en círculo. Entre todo el laberinto de pretéritos y presentes, una de cada cien veces conseguía encontrarme un significado en ese lugar, que desde luego, no era el que debía ocupar.
Como solía decirme todo aquel que fuese merecedor de aquel apodo de carácter burlesco pero no por ello menos respetable, La Voz de la Experiencia diría en tal caso, la frase que me hizo pensar que estaba demasiado alejada de este mundo en el que me había tocado vivir: “Preocupaciones de una adolescente”.

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