sábado, 30 de julio de 2011

Podría decir que no te quiero pero volvería a engañarme ♥ Noche 17.


Creamos recuerdos pensando que jamás se volverían en nuestra contra. Tú puedes soportarlos, yo desde luego no puedo. Cada momento a tu lado es una espina que se va clavando. Dicen que poco a poco deja de hacer daño... Cada vez que sale la luna me duele más. Cumple una sola promesa... Cógeme de la mano y llévame lejos, lejos de esta realidad que has creado... Prometí no volver a decirlo, pero... no voy a apartar los problemas, tú me enseñaste que hay que enfrentarse a ellos... Igual que podríamos haber superado esto juntos en vez de alejarnos de lo que nos unió. Te amo, lo que antes era mi solución, ahora es mi mayor problema.
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jueves, 28 de julio de 2011

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15. Podría esperar años para sentirte de nuevo... ♥ Today at 12:51

Como si el tiempo no hubiese pasado, vuelve a la casilla de la cual salió. No quiere aceptar que es un juego perdido, que por muchas vueltas que siga dando no hay salida, se ha quedado sola, los ganadores se han llevado su premio y han huido dejándola sola, con lo único que puede considerar suyo: la derrota. No hay dados que puedan salvarla de esto, la suerte no está con ella.
No sabe qué hacer, su cabeza está llena de preguntas que espera que alguien le responda. No tiene respuestas, lo único que ha recibido ha sido un aviso...
Sino podía comer, ahora menos, sino podía besar a nadie, ahora menos... Necesita pensar y responder a sus preguntas por sí sola, no hay nadie que vaya a ayudarla. Ya no.
Le duele saber que ha perdido lo que había sido para ella TODO en los últimos ocho meses y lo había seguido siendo las últimas quince noches. Tratando de acostumbrarse a vivir con nada, sigue caminando bajo las sombras de los recuerdos...
No puedes olvidar el vacío que sientes dentro porque no pienses en que está ahí. Enfréntate a la realidad, pequeña, cuanto antes lo hagas mejor... Mis palabras no servirán de nada, sigue demasiado lejos como para escucharme. Cuídate, por lo que más amas, cuídate...

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Doce noches atrás... Déjame abrazarte una vez más ♥ Jul 25 at 12:45

Se despierta y se estrella con la realidad. Esta vez ha venido a ella. No tiene salida, las calles pronto serán ocupadas por cuerpos sin ideas propias. —Pequeña, es hora de esconderse del mundo, busca la puerta que te saque de esta pesadilla llamada vida. Sabes que no puedes seguir huyendo, esperando las noches para que lleguen los días, esperando los días para que lleguen las noches, pero lo seguirás haciendo. Crees demasiado en las personas, la gente miente, no tienen sentimientos positivos hacia ti, acéptalo o tu vida se basará en lo que se ha basado estas últimas doce noches, en esperar a que llegue lo que jamás llegará—. No puede con su cuerpo, trata de caminar, pero sus débiles piernas le fallan en el intento. Lleva días sin comer, noches sin dormir... La muerte está a la vuelta de la esquina, su alma se consume cual vela al anochecer. Su corazón fue robado, el vacío que dejo está inundado de mentiras transformadas en verdades. Sigue convencida de que podrá con ello, pero por el hecho de que le prometió que podría, sino habría abandonado hacía tiempo. Trata de agarrarse a las promesas rotas, son demasiado débiles como para sujetarla. Se pregunta una y otra vez qué habrá hecho ella para merecer esto. No tiene a nadie que le ayude a salir de ese lugar al que ha preferido no ponerle nombre. Ha perdido la voz, la sonrisa, el corazón, pero jamás perderá la esperanza. —Deja de creer en las personas, te lo pido por favor...— Está demasiado lejos, no hace caso a nadie más que a él... A él y a sus promesas rotas, a sus mentiras, a sus besos llenos de interés, a sus palabras sin significado: te quiero, te amo, siempre, nunca te dejaré sola... Todas esas mentiras que se sueltan para asegurar que estará a ti atado hasta que te venga en gana romper las cadenas. —Vive y deja morir, pero no vivas para obligar a vivir deseando morir... La has destrozado y pagarás por ello... Tarde o temprano...— Pequeña, levántate, llegarás tarde.

domingo, 24 de julio de 2011

Él lee verdades, ella mata realidades

La primera de las lágrimas que no deberían haber caído, ella trata de evitar los pensamientos, teme enfrentarse a la realidad, lleva once noches escondiéndose de ella, en callejones sin salida donde ha conocido la inseguridad, las mentiras que llevan al amor y al odio, ha aprendido a pensar, que no aceptar, que siempre habrá una primera vez... Sigue caminando, la noche entró hace ya suficiente tiempo como para que las farolas sean el único medio de iluminación de las calles. Hace frío, pero solo alrededor de su piel. El resto del mundo duerme, las sábanas mantienen el calor que les protegerá lo que queda de noche. Ella no tiene sábana. No tiene a nadie para protegerla, no tiene a quién le diga qué está bien o mal. Esta noche tomará las decisiones por sí sola, pensando en sí misma, sin un quizá de por medio, un volverá, un te quiero... Intenta aceptar la realidad, pero le es imposible.
Escribe en la pared su nombre junto al nombre del que debió ser su único escudo, su único abrigo ante la fría verdad. Teme caer al suelo, intenta mantenerse de pie, sin aceptar las evidencias. Sigue vacía, como lo seguirá dentro de 136 horas. No puede aceptarlo. Cree en todas esas falsas promesas, sigue creyendo las mismas mentiras que creía hacía once noches atrás... Nadie puede sacarle de la cabeza la idea de que no todo finaliza. Él la dijo que ellos eran diferentes al resto de la gente, pero ella no es capaz de ver que eso no es así, que sí que hay dos casos iguales, que esas cosas pasan, a pesar de que él le dijo que jamás pasarían. Ella le entregó el corazón, él no supo qué hacer con él y lo ha destrozado, no supo cómo cuidarlo... Ni siquiera se atreve a mirar atrás y pensar en ella como dijo que lo hacía antes...
Su cabeza se llena de preguntas que no deben tener respuesta, porque harán que el vacío inunde el lugar que antes ocupaba su corazón roto. Trata de escalar el precipicio por el que ha caído a pesar de saber que es imposible, ella sigue a escasos centímetros del suelo convencida de que no caerá de nuevo. Pero cae, cae como ha caído la noche.

domingo, 3 de julio de 2011

Lo mejor que te quedará serán esos recuerdos y aquellos sueños

Solía pensar que el Sol no era una estrella, que la ropa de noche no se podía usar para salir a la calle, que las muñecas se peinaban y despeinaban para no ser descubiertas, que el cielo existía de verdad, que las nubes eran dulces, que los sueños se hacían realidad, que algún día vendría Peter Pan a llevarle a Nunca Jamás, que el amor era bonito, que los besos siempre eran bien recibidos, que el chico de los millones sería bien querido, que la pasión solo era el color rojo y una ilusión, que las flores crecerían si las quería, que todos algún día la desearían...
Suele pensar que el Sol está demasiado lejos como para tener que preocuparse por si es estrella o fuego, que por la noche no se necesita ropa y para salir a la calle necesitas poca, que las muñecas no son lo que ella creía que eran y siguen con el miedo a ser descubiertas, que el cielo es cielo porque le tocó serlo, que las nubes están ahí para oscurecer los días en los que tomas helado estando a diez grados, que los sueños no se llaman sueños sino deseos inalcanzables, que la esperanza es lo último que se pierde cuando llevas quince años esperando, que el amor no es más que amar el dolor que el mismo produce, que hay besos que jamás serán aceptados, que el de los millones no es más que otro peón en el juego de ser más que aquel al que suelen llamar amigo, que la pasión va atada al miedo, que las flores son más fuertes que un roble, que nunca desearían tener lo que ella ofrecía...

Lo mismo de antes

Aquí estoy otra vez, esperando una señal que me deje actuar. Porque nunca he sabido actuar sin señales que me ayuden a saber cómo reaccionar. Maldita la hora en que decidí aceptar la proposión. Desde entonces no había hecho más que buscar respuestas a preguntas que no tenían el más mínimo sentido. Ojalá fuese solo eso, también era ella, solo ella me atormentaba todas las noches con el sentimiento de culpa que me había dejado. Si hubiese sabido que todo esto fuese a pasar, habría salido corriendo hacía mucho tiempo. Todos los que tenían las respuestas a mis preguntas lo habían hecho, ¿por qué yo no podía? Preferían esperar y que aumentase mi odio por todo lo desconocido, aquello que quería descubrir. ¿Cómo puedes conseguir respuestas sino hay quién te responda? Otra de mis preguntas sin respuesta. Cada día era mayor el número.
A pesar de todo, ella siempre tenía una sonrisa para mí. Cuando la miraba me sentía más culpable por quejarme de mi situación. Los que habían huido sabían hasta qué punto ella sabía lo que yo no podía saber, pero yo estaba al noventa por ciento seguro de que ese sufrimiento no era por tres o cuatro respuestas. El único miedo que tenía yo, al estar a su lado, era que de verdad consiguiesen lo que yo creía que querían. Estaba dispuesto a dar mi vida por protegerla, aunque mi vida no tuviese valor para ellos.