domingo, 24 de julio de 2011

Él lee verdades, ella mata realidades

La primera de las lágrimas que no deberían haber caído, ella trata de evitar los pensamientos, teme enfrentarse a la realidad, lleva once noches escondiéndose de ella, en callejones sin salida donde ha conocido la inseguridad, las mentiras que llevan al amor y al odio, ha aprendido a pensar, que no aceptar, que siempre habrá una primera vez... Sigue caminando, la noche entró hace ya suficiente tiempo como para que las farolas sean el único medio de iluminación de las calles. Hace frío, pero solo alrededor de su piel. El resto del mundo duerme, las sábanas mantienen el calor que les protegerá lo que queda de noche. Ella no tiene sábana. No tiene a nadie para protegerla, no tiene a quién le diga qué está bien o mal. Esta noche tomará las decisiones por sí sola, pensando en sí misma, sin un quizá de por medio, un volverá, un te quiero... Intenta aceptar la realidad, pero le es imposible.
Escribe en la pared su nombre junto al nombre del que debió ser su único escudo, su único abrigo ante la fría verdad. Teme caer al suelo, intenta mantenerse de pie, sin aceptar las evidencias. Sigue vacía, como lo seguirá dentro de 136 horas. No puede aceptarlo. Cree en todas esas falsas promesas, sigue creyendo las mismas mentiras que creía hacía once noches atrás... Nadie puede sacarle de la cabeza la idea de que no todo finaliza. Él la dijo que ellos eran diferentes al resto de la gente, pero ella no es capaz de ver que eso no es así, que sí que hay dos casos iguales, que esas cosas pasan, a pesar de que él le dijo que jamás pasarían. Ella le entregó el corazón, él no supo qué hacer con él y lo ha destrozado, no supo cómo cuidarlo... Ni siquiera se atreve a mirar atrás y pensar en ella como dijo que lo hacía antes...
Su cabeza se llena de preguntas que no deben tener respuesta, porque harán que el vacío inunde el lugar que antes ocupaba su corazón roto. Trata de escalar el precipicio por el que ha caído a pesar de saber que es imposible, ella sigue a escasos centímetros del suelo convencida de que no caerá de nuevo. Pero cae, cae como ha caído la noche.

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